Nuevo libro de Roberto Calasso: Il cacciatore celeste

Cuando empecé a trabajar de librero en Laie, a mediados de la última década del siglo pasado —aún sin Internet, ni SMS, ni Whatsapp, ¿te imaginas?—, una de las muchas preguntas enigmáticas que se repetían por parte de muchos clientes, normalmente jóvenes pero también mayores, era: "¿Tienes algo de Jacobsen?” Y yo, preguntaba: “¿Jacobsen, qué más?” Y la respuesta, invariable, era: "Jacobsen".
De todos mis libros, sólo unos pocos me son imprescindibles, y realmente sólo dos están siempre entre mis cosas, donde quiera que yo esté. También están aquí junto a mí: la Biblia, y los libros del gran escritor danés Jens Peter Jacobsen. (..) Consiga usted el tomito de Seis narraciones y su novela Niels Lyhne. (...) Le invadirá a usted un mundo, la felicidad, la riqueza, la inconcebible grandeza de un mundo. Viva usted durante una temporada en esos libros, aprenda de ellos lo que le parezca digno de ser aprendido, pero ante todo ámelos. Ese amor le será recompensado miles y miles de veces y, sea cual sea el rumbo de su vida, cruzará siempre, de ello estoy seguro, la urdimbre de su existencia como uno de los más importantes hilos entre todos los otros hilos de sus experiencias, desengaños y alegrías"

Ya me han dejado de preguntar por él. Ningún editor, ni siquiera Nórdica, ha traducido los relatos. Y he pensado en el poema famoso de Shelley, Ozymandias (recientemente reintegrado en la cultura popular a través de uno de los últimos episodios de la serie Breaking Bad, con ese título, y donde se menciona el poema explícitamente). La traducción que da la Wikipedia dice así:
Conocí a un viajero de una tierra antigua
que dijo: «dos enormes piernas pétreas, sin su tronco
se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena,
semihundido, yace un rostro hecho pedazos, cuyo ceño
y mueca en la boca, y desdén de frío dominio,
cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones
las cuales aún sobreviven, grabadas en estos inertes objetos,
a las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.
Y en el pedestal se leen estas palabras:
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!"
Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia
de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas
se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas.»
Y nos acercamos al meollo del asunto, el nuevo libro de uno de mis escritores favoritos, el italiano Roberto Calasso, que justamente acaba de ganar el premio Formentor 2016 y es autor de una obra que, ya sea de los mundos antiguos hindú y griego o bien de los momentos intensos de la modernidad, como Tiepolo, Baudelaire o Kafka, consigue extraer pura magia literaria y perfectamente yo le aplicaría las palabras de Rilke sobre Jacobsen, de quien por cierto nunca he leído una sola palabra...
