sinopsis

A veces pareciera que la digresión no es sólo una característica del ensayo sino también un modo de comportamiento de la realidad. Los textos de Edgardo Cozarinsky -crónicas de sesgo ensayístico- estimulan felizmente esa impresión. Una vez que uno ha ingresado en su libro por cualquier parte ya no hay cómo sustraerse a la mirada en tránsito de Cozarinsky, que se desplaza por los deslindes del espacio de la misma manera en que se desplaza por los deslindes del tiempo.
Una extensa y detallada memoria se estructura en este caso con una curiosidad viva por el presente. Ambos ejes siempre parecen estar superponiéndose en la dinámica de estos textos circunstanciales. Cozarinsky es un escritor viajero, discretamente introspectivo, un perseguidor de las apariencias del mundo, en el entendido de que éstas ocultan dimensiones siempre insospechadas, rutas de salida, sendas perdidas. No hay cómo sustraerse a la mirada de Cozarinsky ni hay cómo aburrirse con su escritura neutral a través de la cual registra fragmentos de vidas ajenas, sensaciones de la infancia, ciudades lejanas, peripecias de la historia.