Manganelli vuelve del infierno por un instante

Hay escritores supuestamente complicados que una vez muertos siguen regresando de las sombras adonde él y su obra fueron a parar, y gracias a editores valientes vuelven a las mesas de novedades: es el caso del italiano Giorgio Manganelli (1922-1990), que regresa a las librerías con un libro de ensayos, La literatura como mentira, editado por Dioptrías, una flamante nueva editorial, y con la edición en catalán de la que fue su última novela, L'aiguamoll definitiu, publicada en Mallorca por El Gall Editor.
Cuando apareció en Siruela en castellano, hace más de diez años, uno de sus valedores españoles, Félix de Azúa, escribió:
En este relato no pasa nada —o lo que pasa podría ser una historia de la metafísica. (...) Si nos guiamos por mi descripción, no hay dios que lo lea. (...). Es el relato más divertido, agudo, inteligente, hermoso y apasionante que he leido en años".
Además, acaba de aparecer en Italia un ensayo sobre su obra que se titula Giorgio Manganelli: Amore, controfigura del nulla, por Giorgio Biferali.
Como nos encantan las coincidencias, esta semana llegó a la librería el tomo de 800 páginas de Peter Watson, La edad de la Nada. El mundo después de la muerte de Dios, que curiosamente en Estados Unidos se publicó con el título La época de los ateos, como cuando le cambiaron el título al primer Harry Potter aduciendo que ningún libro para niños con la palabra “filosófica” en el título se comería un rosco, y ellos lo cambiaron a "mágica" y por eso se títuló allí Harry Potter y la piedra mágica en vez de la venerada "piedra filosofal".
Manganelli podría ser un perfecto personaje de esa historia del ateismo post-nietzscheano pero como un mago más complicado que el que después de decir "nada por aquí, nada por allá" saca una nada perfecta de su sombrero, no en vano Anagrama publicó en los noventa su libro A los dioses ulteriores, que contenía el memorable «Instrumental para comunicar con los muertos». Hay que decir que Manganelli fue profesor de literatura inglesa y estupendo traductor de Edgard Allan Poe, como Cortázar: su libro de ensayos refleja magníficamente el amor por la literatura inglesa.
Hablando de amor, el gran crítico Pietro Citati fue amigo de Manganelli y a su muerte escribió sobre su supuesta locura de esta manera: "No podría decir cúal era su mal. Todas las palabras técnicas me resultan impropias". Y sobre el humorismo que preside toda la estrategia de escritura barroca, según Citati, "extraño abrazo entre inconsciente y retórica": "Como a todas las personas inteligentes, le gustaba reír. En el mundo, consumados todos los horrores, agotados la tragedia y la angustia, queda una inmensa, inagotable e incomprensible reserva de risa".
Una muestra de ello es su estupendo Centuria, reeditado en 2011, cien breves novelas-río, como les llamó, totalmente hilarantes, como un señor que entra en un estanco a por tabaco y cuando sale se encuentra que alguien ha robado todo el universo y no queda nada, ni siquiera la comisaría para denunciar ese robo perfecto. Vuelve a ser un buen momento para leer a este escritor raro y fenomenal.